Un elemento esencial del sistema propuesto es que todos y
cada uno comprendan claramente cuál es su rol y su responsabilidad cuando se ha
identificado un médico con problemas de desempeño. Desde el inicio, todas las
partes involucradas saben quién es responsable de recolectar los datos, quienes
recibirán los reportes y qué acciones son requeridas por cada uno en cada
nivel. Un sistema así generaría responsabilidades cruzadas entre todos los
niveles: de los médicos con los jefes de
servicio; de los jefes de servicio con
el resto del personal, del personal médico con las autoridades institucionales
y de las autoridades institucionales con las autoridades sanitarias.
Finalmente, se debe disponer de programas especiales de
evaluación y tratamiento de las causas subyacentes de mal desempeño: abuso de
sustancias, problemas psiquiátricos o de conducta y discompetencias. Estos
programas deberían ser personalizados para permitir que los individuos utilicen
sus fortalezas y conocimientos de manera productiva, permitiéndoles continuar
su práctica si es posible. Si un médico se niega a aceptar la capacitación, el
tratamiento, la supervisión o las necesarias restricciones de práctica, el caso
debería ser derivado a las autoridades colegiadas y sanitarias
correspondientes.
Leape y Fromson concluyen que un sistema efectivo de manejo
de médicos con problemas de desempeño debe construirse sobre la base de que: 1)
el desempeño sub-estándar pueda ser definido objetivamente; 2) se pueda
monitorear rutinariamente a todos los médicos para detectar problemas de manera
justa y temprana; 3) las respuestas a las deficiencias sean rápidas,
constructivas y sostenidas en el tiempo. El objetivo de largo plazo no es
deshacerse de esos médicos sino permitirles continuar ejerciendo su práctica de
manera efectiva y segura. Si el sistema funciona bien, es decir si los médicos
con problemas de desempeño son detectados antes de que produzcan un daño serio,
se podría esperar que las acciones punitivas disciplinarias de las autoridades
disminuyeran.
La respuesta ante el
médico con problemas de desempeño
El desafío final consiste en utilizar los resultados de la
evaluación para construir programas de recuperación exitosos para aquellos
médicos con deficiencias en los planos del conocimiento, de las habilidades o
de las conductas. Los obstáculos para avanzar en esta área son mayores. El
primero de ellos es la falta de experiencia para supervisar estos programas. En
los Estados Unidos, por ejemplo, existen pocos programas estatales o
nacionales, y los programas hospitalarios están en general mal organizados. Una
segunda barrera es el inadecuado financiamiento. Si los médicos a quienes se
invita a recapacitarse, (que ya estarán perdiendo ingresos por no trabajar),
tienen que hacerse cargo de los costos de los cursos, lo más probable es que no
participen. Otro problema es la reticencia de los hospitales y de los colegas a
guiar y supervisar voluntariamente las actividades de recapacitación. Los jefes
de servicio tampoco tienen a nivel individual la experiencia que se necesita
para lidiar efectivamente con médicos que tienen problemas de desempeño Sus
respuestas habitualmente se limitan a hacer sumarios y pedir los descargos
correspondientes, estableciendo eventualmente sanciones, pero haciendo muy poco
por la rehabilitación del profesional.
Las facultades de Medicina y los Hospitales Universitarios
deberían asumir un rol de liderazgo en el desarrollo de programas clínicos
supervisados para los médicos con déficits recuperables de conocimientos o
habilidades. Si se desarrollaran y coordinaran como una “mini-residencia” estos
programas de reentrenamiento podrían contribuir a la solución de muchos de los
problemas planteados.
Palabras finales
Los desafíos del ejercicio de la medicina en nuestros días
son tantos que los médicos, cada vez más presionados, pueden verse tentados a bajar
sus cabezas y concentrarse sólo en su práctica, desentendiéndose de lo que
hacen otros médicos de su servicio. Los distintos trabajos analizados destacan
la gran oportunidad que tenemos para intervenir cuando un profesional acumula
sistemáticamente quejas de pacientes y compañeros de trabajo. Estas quejas son
verdaderos signos de alarma que requieren acciones por parte de los colegas y
de las instituciones para que no se traduzcan en daño a los pacientes. Los
problemas de desempeño de uno u otro tipo no son tan infrecuentes, y son una
verdadera amenaza para la seguridad de la atención. Son todavía pocas las
instituciones que gestionan estas situaciones rápidamente y bien. Es hora de
que la comunidad médica desarrolle mejores métodos para evaluar el desempeño y
mejores programas para ayudar a los médicos deficientes.
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